La cruz de la vida
La Cruz de la Vida, tal como la describe el antropólogo francés Jacques Soustelle, es un símbolo que representa el mundo entero. En México es visto como un símbolo de orientación que hace referencia a los cuatro puntos cardinales. Representa el tiempo y el espacio en relación con la rotación del planeta y el amanecer y el atardecer.
Dependiendo de la cultura indígena a la que nos refiramos, se reconocen siete direcciones cósmicas: Norte, Sur, Este y Oeste, los reinos de arriba y de abajo, y el interior o centro. En este concepto se basan la mayoría de los mitos sobre el origen de la vida, las leyes del cosmos, los niveles del universo y los ciclos agrícolas y festivos.
Hoy en día, cada grupo indígena ha desarrollado su propia versión de la cruz, integrando elementos ideológicos y culturales tanto de Occidente como de Oriente. La serie de cruces que se realizan actualmente formarán parte de las celebraciones del Día de Muertos.
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Cruz Verde de Sonia Siblik, intervención de Irena Reichel
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Diversas culturas indígenas reconocen siete direcciones cósmicas: norte, sur, este, oeste, arriba, abajo y el centro o interior. Muchos mitos sobre el origen de la vida, las leyes del cosmos, los planos del universo y los ciclos agrícolas y festivos se basan en este concepto.
Hoy en día, cada grupo indígena ha desarrollado su propia interpretación de la cruz, incorporando elementos ideológicos y culturales tanto occidentales como orientales. La serie de cruces que se está desarrollando forma parte de las celebraciones del Día de Muertos y añade una dimensión simbólica más profunda a esta festividad.
La cruz se entiende aquí no solo como un símbolo religioso, sino como una expresión integral de la cosmogonía de los pueblos indígenas: como una conexión entre el inframundo, el mundo terrenal y el cielo. La fusión de elementos florales con simbolismo espiritual tiende un puente entre dos culturas que, por muy diferentes que sean, dialogan y se reconocen mutuamente.
Estas obras invitan al espectador a mirar más allá de las fronteras culturales y a reconocer las profundas raíces de las tradiciones que siguen evolucionando juntas a pesar de todas las diferencias. Aquí, la cruz no es solo un concepto religioso, sino también un símbolo de la naturaleza que nos orienta y nos muestra el camino de la vida.
Las cruces de esta serie se elevan como símbolos florecientes de vida, llamándonos a la unidad, el crecimiento y la armonía.

Diversas culturas indígenas reconocen siete direcciones cósmicas: norte, sur, este, oeste, arriba, abajo y el centro o interior. Muchos mitos sobre el origen de la vida, las leyes del cosmos, los planos del universo y los ciclos agrícolas y festivos se basan en este concepto.
Hoy en día, cada grupo indígena ha desarrollado su propia interpretación de la cruz, incorporando elementos ideológicos y culturales tanto occidentales como orientales. La serie de cruces que se está desarrollando forma parte de las celebraciones del Día de Muertos y añade una dimensión simbólica más profunda a esta festividad.
La cruz se entiende aquí no solo como un símbolo religioso, sino como una expresión integral de la cosmogonía de los pueblos indígenas: como una conexión entre el inframundo, el mundo terrenal y el cielo. La fusión de elementos florales con simbolismo espiritual tiende un puente entre dos culturas que, por muy diferentes que sean, dialogan y se reconocen mutuamente.
Estas obras invitan al espectador a mirar más allá de las fronteras culturales y a reconocer las profundas raíces de las tradiciones que siguen evolucionando juntas a pesar de todas las diferencias. Aquí, la cruz no es solo un concepto religioso, sino también un símbolo de la naturaleza que nos orienta y nos muestra el camino de la vida.
Las cruces de esta serie se elevan como símbolos florecientes de vida, llamándonos a la unidad, el crecimiento y la armonía.